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miércoles, 26 de octubre de 2011

SI TAN SOLO ME ATENDIERAS

Ximena Alarcón • 4to. “A” 
“Marchó de casa, se malgastó cuanto había recibido. Y no solo el dinero sino también su salud y su honor….Cierto día cuando se acercaba la Navidad, se animó a escribir a los suyos: les pedía perdón de cuanto había sucedido; no se atrevía a volver, pero lo estaba deseando con toda su alma rota.
Les decía que si ellos, padres y hermanos, le querían volver a ver y a recibirle, pusieran un pañuelo blanco colgado de aquel árbol deshojado por el invierno  que había junto a la casa. Él pasaría el 24 de diciembre. Si veía el pañuelo entraría a casa, de lo contrario seguiría con su
penoso camino.
Mientras caminaba, se imaginaba esa rama donde tanto había jugado de niño con su blanco pañuelo colgado; mas, también se imaginaba el árbol totalmente desnudo y se le helaba el corazón. Pero…, llega a su casa y con asombro
vio ese árbol que alguna vez estuvo deshojado convertido en un gran árbol con un montón de hojas blancas colgando a sus ramas que los
suyos habían puesto para él.”
(Esta historia me la contó alguien a quien aprecio mucho). Talvez muchos de nosotros hemos tenido esa sensación de irnos de casa y hacer de nuestra vida como queramos y como se nos pegue la gana. Es más, muchas veces he escuchado de mis amigas las expresiones de “Mi mamá no me entiende”, “Mis papás no me apoyan”, “A nadie le importo” y muchas otras cosas que a uno se le sale de pura rabia.
¿Pero… en verdad la vida fuera de casa será tan emocionante?, para un momento sí; pero no si así quieres vivir para siempre, porque por más de que queramos creer que somos maduros, la verdad es que todavía nos falta
mucho para aprender y esa será nuestra meta y un desafío más.
De lo que podemos estar seguros, es que por más de que a veces parezca que nuestros padres están en contra nuestra y que no nos escuchan ni entienden; nos quieren y quizás sea el único amor verdadero que recibimos a esta edad (Aunque a veces no lo sentimos), lo que sí es que si algún día los hagamos sentir mal y les faltemos; tendrán el corazón tan grande como para perdonarnos y aunque hoy no nos demos cuenta, lo haremos cuando tengamos la cabeza
en orden para ponernos en su lugar.

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